Primera razón: Pocos sitios se te pueden meter en las entrañas del recuerdo con tanta contundencia como el restaurante “La Playa” de Tazones (Asturias). Y no es por su glamour, sino por su afán en ofrecer sobriedad y tradición con tanto sabor como permita la calidad del producto. Se trabaja sobre la materia prima de la zona, es decir, con la frescura del pescado y el marisco del Cantábrico, sin retóricas estéticas, porque lo que el comensal busca es sabor marinero.
Segunda razón: Cualquier arroz despierta el reconocimiento del cliente, pero el más piropeado es el de bogavante. Su simpleza, arroz, cebolla, pimiento y “bicho” llama la atención ante tan insigne buque de sabores. En este caso la materia prima suele mantenerse ajena a su fatídico final en un cubo de agua en la misma puerta del local, lo que imprime a la experiencia gastronómica un superficial sentimiento de culpabilidad que desaparece con el primer sorbo de sidra o con el entrante de calamares fritos.
* Arroz con bogavante para dos.
Tercera razón: Los amantes del marisco pueden chuparse los dedos en este restaurante donde los centollos, zamburiñas, nécoras o navajas se extienden sobre bandejas humeantes que salen de la cocina sin más decoración que las buenas palabras que le dedican a semejantes manjares los clientes. Los que han crecido embargados por el olor a salazón saben que el marisco tiene dos secretos: frescura y punto de sal. Dos cuestiones sobradamente superadas en “La Playa”.
* Calamares sin artificios, pero «ricos, ricos».
Cuarta razón: Tazones es un pueblo pesquero que tiene como curiosidad que Carlos V desembarcó en su puerto huyendo de una tormenta. Ahora es un espacio plagado de restaurantes, eso sí, encontrar mesa y aparcamiento es igual de complicado, pero sin duda, merece la pena visitar esta pequeña población cercana a Villaviciosa. Y si además, uno busca maridar comida con brisa marinera, en “La Playa” se puede elegir la experiencia de comer en su pequeña, pero demandada terraza.
* Vistas marineras desde la terraza!
Quinta razón: El arroz con leche de este restaurante, como ocurre en la mayoría de los de Asturias, es un talón de Aquiles para el que busca coronar su experiencia gastronómica. El precio es el razonable para un producto de primera calidad y el servicio muy atento, aunque en ocasiones se les ve saturados por el aluvión de clientes. En definitiva, un lugar pequeño, con un gran encanto.